Cuando aprendemos a hacer reiki, nos beneficiamos nosotros mismos porque equilibramos de nuevo la armonía en nuestro campo energético..
Tanto para el que lo da como el que lo recibe, los efectos de la energía se perciben como un estado de equilibrio, armonía y serenidad. El equilibrio se debe a la armonización de los distintos centros energéticos (chacras) provocando distensión muscular, mayor vitalidad y energía.
Sentimos mayor vitalidad porque disminuye el cansancio y estimula el ánimo. Cuando la mente entra en un estado de profunda relajación, se reduce el ritmo cardíaco y las inquietudes y preocupaciones parecen alejarse, lo que nos da serenidad.
Lo maravilloso del reiki es que no se necesitan capacidades especiales para aprender a hacerlo y aplicarlo. Cualquiera que esté verdaderamente interesado en sanarse a sí mismo y a otros, puede aprenderlo.